Rechazo al Tratamiento
Siempre debe recordarse que todos y todas tenemos derecho a tomar una decisión irracional, siempre y cuando sea una decisión razonada.
Debemos tener presente toda persona puede rechazar un tratamiento médico. Por ejemplo: una madre de cuatro hijos, de 34 años de edad, a la que se le detecta – a tiempo- un tumor maligno en un pecho, y se niega a ser operada; o en un joven pintor al que, a raíz de una gangrena se le deben amputar dos dedos de su mano derecha, y no acepta su amputación, con tal de poder pintar unos meses más, o una persona adulta mayor que ha estado bajo diferentes tratamientos médicos y rechaza continuar con los mismos porque está cansado, simplemente, harta de ello.
Todo/a paciente, al cual se le haya adecuadamente informado acerca de su situación de salud y las consecuencias de no recibir el tratamiento médico, tiene derecho a rechazarlo, aun cuando éste sea, en el estado actual de la ciencia, el único posible.
El/la médico tiene el deber de curar pero su deber ha de ceder ante la negativa del paciente, único/a dueño de su propio cuerpo y el único titular del derecho personalísimo a su salud.
Esta negativa a tomar el tratamiento médico puede deberse a distintas razones. A título de ejemplo, hay motivos religiosos, de creencias, o simplemente motivos que denominaremos personales. Estamos refiriéndonos al paciente lúcido, es decir, mentalmente capaz.
”Esta actitud del enfermo/a puede afectar su propio interés y el de terceros (familiares, médicos, entidades asistenciales). No es posible, sin embargo, neutralizarse su oposición por la fuerza ni por autorización judicial. La negativa del paciente quita legitimidad al acto médico.
En la actualidad, y quizás influenciada por el acceso a la información a través de internet y redes sociales, cada vez más pacientes toman la decisión, informada o no, de rechazar el tratamiento o cirugía planteada por el/la médico tratante. El que un/a paciente rechace el tratamiento o pruebas diagnósticas no es sinónimo de incompetencia o ignorancia por parte del paciente, aunque su decisión debe respetarse es necesario investigar las causas reales por las cuales se toma esta decisión.
En casos atendidos en la corte en años pasados, se ha recomendado que los médicos tienen la obligación de información a los pacientes sobre su estado de salud. Esta obligación de información deberá estar documentada en el consentimiento informado en donde se describen los beneficios y riesgos de los tratamientos o pruebas diagnósticas recomendados por el/la médico tratante. En todo caso, en las cartas de consentimiento informado debe existir un apartado de revocación en donde el paciente describa la o las razones por las cuales no acepta el tratamiento o prueba recomendado.
En caso de que una persona adulta mayor bajo su cargo o usted mismo/a desee conscientemente rechazar un tratamiento médico que le puede perjudicar su salud o acortar su vida analice a profundidad las razones, el derecho le asiste pero avalúe la posibilidad que de no se estén tomando algunos factores en consideración o esta decisión esté influenciada por terceras personas.
No es una decisión que deba tomar de la noche a la mañana y también puede cambiarla una vez tomada, hable sobre sus preocupaciones, temores, ansiedades, miedos… qué le induce a tomar esta decisión? Conoce todas las consecuencias? Sabe de tiempos, síntomas y demás? Cuál es el miedo específico? Puede un cambio de entorno, médico/a o compañía alterar esta decisión?
Al final, la decisión que haya sido tomada debe ser documentada, asegurándose de que la misma sea consiente y razonada.
Consentimiento informado